Llega a los cines 'Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore', tercera entrega de la franquicia creada por J.K. Rowling, creadora de Harry Potter. Esta es mi crítica de la película CON SPOILERS
Es hora de que desactivemos el “no acto para muggles” de la maleta. Al abrirse, emerge la figura de una bruja QUE-NO-DEBE-SER-NOMBRADA, despiadada para algunos, pero prodigiosa para muchos otros. Yo no temo pronunciar su nombre, ella me salvó la vida. Se trata de J.K. Rowling. Empiezo por ella porque resulta imposible analizar Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore sin su autora, la mente creadora que alumbró hace dos décadas este fascinante universo de magos y brujas. Cuando se puso al frente de ‘Animales Fantásticos’ en 2016 nadie hacía presagiar el nubarrón que se avecinaba. Tras mostrar abiertamente en redes su postura sobre el colectivo trans, J.K. Rowling se vio envuelta en un escándalo que sigue a día de hoy perjudicando irremediablemente su imagen pública.
J.K. Rowling en la alfombra roja de Los Secretos de Dumbledore en Londres
Tanto es así que Warner ha optado por reducir notablemente su visibilidad — recordemos su polémica ausencia en el especial 20 aniversario de Harry Potter que preparó HBO— y la desaparición de su nombre en algunos de los tráileres de la saga. La tibia acogida de Los Crímenes de Grindelwald tampoco ayudó a disipar la polémica, sino más bien a aumentar todavía más la tensión entre la productora y la autora británica. Conscientes de que Los Secretos de Dumbledore debía recuperar a todos los espectadores perdidos en la laberíntica trama de su predecesora y, además, la ilusión mermada en los fanáticos por la culpa de la bruja piruja, Warner decidió que Steve KIoves tenía que regresar como coguionista.
Kloves ha sido el encargado de adaptar las novelas de Harry Potter a la gran pantalla y por tanto nadie mejor que él conoce el rico universo que creó J.K. Rowling. Durante décadas la autora británica ha demostrado el enorme potencial que posee para contarnos historias con corazón, eso es incuestionable. Sin embargo, también es cierto que el terreno en el que mejor se desenvuelve es el literario y no el cinematográfico. De este modo, Steve y J.K. Rowling han fusionado fuerzas para tratar de conjurar el mejor de los encantamientos. Ya el título de la cinta nos lo dice todo: Los Secretos de Dumbledore. La nueva entrega quiere conjurar su accio más potente: atraer al máximo publico posible gracias a Dumbledore. A esa figura que todos amamos y con el que hemos crecido durante las aventuras de Harry, Ron y Hermione.
Apropósito del título de la película. Todos sabemos cuánto le gustan a Rowling los juegos de palabras y los dobles sentidos y Los Secretos de Dumbledore no iba a ser menos. Al conocer el título de la cinta creímos que esos secretos se referían a los de Dumbledore, pero ¿cuál de todos? Recordemos que Dumbledore es un mero apellido y en esta cinta se desvelan los enigmas de tres de ellos. Por un lado, tenemos a Albus, que por fin sale del armario. Bien es cierto que ya lo sospechábamos tras leer la última novela de Potter, pero no fue hasta 2007 cuando su creadora, JK Rowling, lo confesó en una entrevista. Otra de las grandes incógnitas planteadas en las novelas de Harry Potter era la razón del aislamiento de Ariana Dumbledore en Grodric’s Hollow, ¿Por qué no hacía magia y por qué su salud era tan delicada? Ahora, su secreto también se ha revelado: era una obscurial al igual que Credence, su sobrino. Y sí, aquí viene el secreto de Aberforth, el otro Dumbledore: Credence es su hijo perdido. Un bebé que nació fruto de un amor veraniego y del que nadie tuvo constancia.
"No lo sabíamos, te lo prometo" le dice Dumbledore a Credence en Berlín. ¡VALE, PERO ¿CÓMO OS HABEIS ENTERADO?! Esta importante revelación, sin profundizar mucho en ella en la película, supone otro grandísimo salto de fe para los devotos lectores de las novelas de Rowling. Dado que en Harry Potter nunca se nos contó nada sobre la existencia del sobrinísimo, suponemos que Credence morirá. El joven no tiene futuro en lo que veremos más adelante en Potter. Lo que más me chirría, analizando bien este embrollo familiar, es todo el asunto de los mensajes en el espejo. ¿Cómo han logrado comunicar los espejos? ¿Cómo se ha enterado Aberforth de que es su hijo? ¿Quién era la señora que navegaba junto al bebé Credence en el barco que finalmente se hundió camino a Nueva York? Sabemos gracias al guión de Los Crímenes que era su tía, tía materna porque obviamente Ariana murió años antes. Como digo, demos un gran salto de fe y tratemos de no pensar.
Tía de Credence en Los Crímenes de Grindelwald
El salto de fe por el que no pienso pasar es el tremendo fallo de guión que hay en Los Secretos en cuanto al año en el que sucede la trama. Sabemos por varias entrevistas realizadas a actores de la cinta, el propio director, David Yates, y el material diseñado por MinaLima que estamos en 1932. Han pasado seis años desde que a Newt Scamander se le escaparan sus animales fantásticos por la ciudad de Nueva York y se topara con Jacob. En la película, la profesora Lally Hicks visita la panadería de Jacob para persuadirle de que se una al ejército de Dumbledore y hace un pequeño recordatorio de sus aventuras vividas: “Hace poco más de un año…”. ¿Cómo que hace poco más de un año? Han pasado seis. Este error de guión, que claramente puede confundir a los espectadores, debería haber sido subsanado ya no por parte de JK Rowling y Steve Kloves – aunque también, sino por el equipo de editores, productores o el propio David Yates. Y más teniendo en cuenta que el plan es llegar a 1945, fecha en la que Dumbledore y Grindelwald se batirán el duelo.
Diario El Profeta usado en Los Secretos. A la derecha reza 1932.
Finalmente, para terminar con los saltos de fe, hay otros dos aspectos que me gustaría comentar. El primero de ellos es el tema de los viajes por el mundo de los magos. Se supone que la red de polvos Flu son capaces de trasportar a un mago de un lugar a otro. Esta red de polvos mágicos conecta la mayoría de lugares a través de sus chimeneas. Sin embargo, en Los Secretos hemos visto un uso muy extraño de esta red de transporte. Lally y Jacob conectan un traslador a la chimenea que hay en el tren donde Newt y compañía viajan camino a Berlín. ¿Desde cuando un traslador puede fusionarse con la red Flu? ¿Cómo funciona?
Pero agarraos que vienen más vueltas y sin necesidad de traslador. En el tercer acto de la película, Credence revela al mundo mágico que Grindelwald les ha engañado. El Qilin que le ha escogido como Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos está muerto y ha sido hechizado mediante necromancia para revivirlo. Grindelwald entra en colera y lanza a Credence el ¿letal? Avada Kedavra. Esta maldición imperdonable es desviada por los hechizos de Dumbledore y Aberforth. ¿Desde cuándo se puede anular la maldición asesina? Tenemos el precedente de Harry, pero en este caso el Avada Kedavra de Voldemort no se desvía, sino que rebota gracias a la protección de Lily. ¿Cómo es posible que se haya anulado una maldición que se supone que letal?
Maldición asesina siendo desviada por Aberforth y Dumbledore
Sin duda, uno de los aspectos más positivos de la película es que, por fin, se ha profundizado sin dobleces en la traumática relación de Dumbledore y Grindelwald. Jude Law y Mads Mikkelsen no podrían estar mejor en sus respectivos papeles. Ambos han mostrado tener una química arrolladora que traspasa la pantalla. Saben cómo transmitir ese conflicto, esa tensión y tragedia personal que todavía late entre ellos. Alabo el trabajo de Johnny Depp en la franquicia y será considerado parte de esta gran familia del Wizarding World para siempre, pero admito que Mikkelsen le ha dado una faceta mucho más elegante al papel de Grindelwald. Su caracterización, alejándose del aspecto más caricaturesco de Depp, ha sido mucho más correcto en esta ocasión y no desentona con la figura de Dumbledore.
No podría estar más agradecido a quien haya elegido a Jude Law para el papel de Albus Dumbledore. Él abre la primera escena de la película: camina solo, cabizbajo, usando el metro como cualquier muggle, para encontrarse con el amor de su vida. Law nos ha dado una actuación fuera de serie, mostrándonos las profundas heridas del alma de Dumbledore y haciéndonos participes de cuánto dolor y culpa lo atormentan desde que se enamoró de un sociópata, de la mala relación con Aberforth y del accidente de Ariana. La película también cierra con Dumbledore caminando solo por las calles de Nueva York, esta vez con la certeza de que su enfrentamiento con Grindelwald está más cerca que nunca.
El mimo del equipo de producción sigue siendo excepcional. Cada escena de Los Secretos es maravillosa en sí misma, desde el vestuario diseñado por la ganadora del Oscar Colleen Atwood, tan acertado dependiendo de la situación personal de cada personaje (tonos oscuros para Dumbledore y Queenie, más claros para Newt, Bunty y Lally), las increíbles construcciones, como el Ministerio alemán de magia, la recreación de las calles de Berlín o incluso la mística Bután. Y por supuesto, la soberbia banda sonora de James Newton Howard que hace las delicias del espectador de estas cintas, regalándonos constantemente pequeños atisbos de temas que nos recuerdan a Harry Potter.
En definitiva, Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore no es perfecta, tiene sus errores y sus aciertos, pero es sin duda alguna un gran paso hacia el buen camino. Es una película muy humana, con muchísimo corazón y con grandísimos momentos que hacen del Wizarding World un lugar al que queramos seguir volviendo. Un mundo que se amplía, que sigue más vivo que nunca y del que hay hambre de más detalles y nuevas historias. Ese mundo en que olvidamos nuestros problemas por un rato y en el que todo es posible: hasta que un muggle tenga una varita.
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